CHOICES
En la vida se tiene que elegir continuamente. Y saber que no elegir por miedo a equivocarnos es también una elección. Quedarse quieto puede tener tantas consecuencias como moverse. Y querer abarcarlo todo para evitar elegir entre dos opciones poco compatibles no siempre es la idea más inteligente. ¿Y qué relación tiene esto con estudiar Turismo? Ahí vamos: estudiar es una elección. Estudiar y trabajar es otra. Estudiar de modo presencial o a distancia es una elección más. Y dar prioridad a los estudios o ceder a las eventualidades que se nos presentan por el camino, a veces la más dura de ellas. En mi caso, este curso académico me he encontrado con varias encrucijadas. La primera era sobre si seguir estudiando aquí o hacerlo en el extranjero –por motivos de naturaleza tanto laboral como afectiva-. Mi sentido común y algo de pánico escénico me llevaron a seguir en Euroaula. Y como cuando uno elige no significa que renuncie a las otras opciones, sino que a veces las pospone, decidí acelerar el proceso de acabar el grado lo máximo posible. De ese modo, me encontré, sin apenas ser consciente de ello, con ocho asignaturas y unas prácticas empezadas en este segundo cuatrimestre. Y llegó el momento crucial: acabadas las prácticas, me ofrecen cubrir una baja laboral en el mismo centro de trabajo. Yo ya tenía asumida la sobrecarga de trabajo, pero de repente me ofrecen un empleo con horarios que no son compatibles al 100% ni con las clases de turno de mañana ni con las de turno de tarde. Y es tarde para optar a evaluación única. Y, cómo no, he elegido la opción menos traumática: hacerlo todo a la vez, de modo que no me puedo entregar del todo a nada pero hago un poco de todo. Es la trampa del buffet libre en el que acabamos comiendo demasiado por probar esto y lo otro, o la de tener varios amantes y tener que satisfacerlos a todos aun cuando no disponemos de todo el tiempo que éstos nos requieren: agotador y no siempre saludable, pero enriquecedor en varios puntos del proceso. Al final, la conclusión es siempre la misma: elegir siempre implica renunciar a algo. En mi caso, al ocio, a algo de sueño y a poder asistir a todas las clases. Pero tendré mi recompensa. Y si no la tengo, cambiaré de rumbo. Porque, como decía el poeta, “se hace camino al andar”. Albert González, alumno de 2º curso de Grado en Turismo